Salvando la vida de los reyes

Hace ya algunas semanas que acabó la segunda temporada de la serie que más tweets, comentarios y reflexiones ha despertado en los últimos tiempos, con permiso de otras muchas: Juego de Tronos. Sin embargo, una servidora hace unos días que la acabó ya que viendo (y leyendo-spoileandome-aventurando) lo que pasaba y que había empezado recientemente con la tercera parte de la saga, Tormenta de Espadas, preferí esperar a tener más avanzada la lectura para no spoilearme (más), confundir o incomprender tramas. Al final fue un acierto, ya que su último capítulo precisamente adelanta muchas historias que ocurren ese libro. No obstante, también y siendo sincera, por mucho que lo intentase, mi visión estaba algo viciada por esa lectura previa y simultanea, aunque siempre desde una óptica complementaria y no con la intención de que sea un fiel reflejo de las letras.

Si por algo estábamos todos preocupados era que la serie por muy buena que lograse ser, su mayor problema sería equilibrar la cantidad de tramas que hay en los libros. Elegir aquellas que eran más interesantes no sólo a nivel narrativo, sino a nivel de lenguaje televisivo y en consecuencia, eliminar todas aquellas que fuesen superfluas. Este primer reto creo que lo han conseguido bastante bien. Han sabido simplificar y cambiar algunos detalles para dotar a las historias de cierta coherencia. Sin embargo, su segundo reto, el de distribuirlas a lo largo de los capítulos y en los propios episodios no lo han salvado tan bien. En el primer episodio parecía haber cortos a modo de capítulos del libro pegados los unos a los otros y aunque no ha sido tan forzado en el resto de capítulos, si que parece que a veces no ha habido ganas de unir las distintas partes. Igualmente la trama de Daenerys ha sido, in my opinion, la que más ha acusado este problemas convirtiéndola en la más aburrida y artificial. E incluso, la de Jon también ha estado algo coja en algunos momentos. En conclusión, con unos primeros capítulos bastante buenos, una mitad que ha ido a trompicones y con un final muy bueno, su gran lastre ha sido la torpeza del ritmo tanto general como particular.

Pero al margen de eso, la segunda temporada sigue teniendo una excelente producción, una buena fotografía, una sobrecogedora banda sonora y, muy especialmente, unas interpretaciones impresionantes (Tyrion, Arya, Theon, Brienne). Además nos ha hecho emocionarnos con algunos pasajes (You don't know nothing Jon Snow, BlackWater, Valar Morghulis). La serie consigue trasladarnos a una narración épica de la lucha del poder, tan manida, pero con detalles propios que la hacen diferente y sumamente atractiva. Todo esa manufactura es lo que convierte a estos últimos diez capítulos en una temporada cuasi redonda. Otro de los grandes aciertos fue ampliar el metraje del último capítulo, que hizo un capítulo mucho más completo, lo que me hace preguntarme si sería conveniente ampliar esos 10 minutos en todos los capítulos y utilizarlos para dar coherencia a las tramas y que éstas no diesen la impresión de estar mal pegadas (esto obvio desde el punto de vista del telespectador, ya que desde la cadena, productores y dinero habrá mil objeciones).


Ese último capítulo, que es el mejor junto al noveno, cierra y abre algunas tramas, algunas del siguiente tomo, y sobre todo la escena final, aunque no exactamente fiel al libro, consiguió lo que pretendía: dejarnos con ganas de más. Si durante las dos primeras temporadas han conseguido salvar los muebles, convenciendo a fans y ultrafans de los libros, en la tercera tendrá sin duda mayores retos ya que el tercero es el favorito de muchos (en mi caso, así se está convirtiendo), lo cual hará que los ojos críticos se vuelvan más puntillosos. Pero de eso ya hablaremos el año que viene.