miércoles, 15 de abril de 2015

Viajando con el Ministerio

(OjO: Si no has visto a Buñuel corriendo semidesnudo, no sigas leyendo.
SPOILERS DE LA PRIMERA TEMPORADA DE EL MINISTERIO DEL TIEMPO)

Me salto un poco la previsión que tenía pensado para mi vuelta porque dije que eran tres las series que me motivaban a volver. Pues realmente, debo añadir una más: El Ministerio del Tiempo que nos conquistó desde el inicio y de la que pasamos a hablar ahora ya que el pasado lunes se emitió su último capítulo.

Sin entrar en tonterías de series españolas sí, series españolas no (porque en el fondo son tonterías y todos lo sabemos, aunque debemos confesar que sí ha roto moldes), la premisa de esta serie se antoja interesante y curiosa. Junto al Ministerio de Hacienda, el de Educación o el de Justicia, existe otro secreto cuya competencia es mantener el pasado tal y como lo conocemos. O al menos eso en teoría, porque en sus ocho capítulos, hemos visto que quizás ése no es el objetivo principal y hay más donde escarbar. Poco o nada, se parece a Doctor Who. Sï, hay viajes en el tiempo en ambas series, pero nada más. Aquí los viajes en el tiempo se realizan para volver a encauzar la historia tal y como se refleja en los libros de historia. Hemos viajado a la Edad Media, a la Guerra Civil española, a los 80... y con ellos, hemos aprendido algo de nuestra historia. Nadie olvidará ya quien era el Empecinado o Torquemada. Aunque también hemos disfrutado de los grandes clásicos como Lope de Vega, Picasso o Buñuel.


Dichos viajes lo realizan las patrullas y concretamente, la de Julián, Amelia y Alonso, tres personajes muy diferentes entre sí, pero que se complementan a la perfección. Precisamente uno de los pilares de esta serie son sus personajes, tanto ellos como Irene, Salvador, Ernesto (que resolvieron muy pronto para mi gusto quién era), Angustias o la propia Lola Mendieta. Todos ellos han demostrado que la división entre buenos y malos no existe, sino que se desdibujan entre varios tonos de gris. Llama la atención precisamente como en los últimos capítulos son Irene y Salvador los que mejor personifican esto, cuya evolución puede parecer a priori acelerada, pero necesaria para una temporada tan corta. Ellos son los que, "in my opinion", dejan el mayor cliffhanger y no el protagonizado por Julián y Amelia, algo que se veía venir desde el primer capítulo. Que iban a jugar con su tensión sexual era más que notorio. No obstante, lo positivo de esta relación es lo relativo al determinismo del tiempo y si éste se puede cambiar. Así, Julián parece que no puede cambiar el final fatalista de su mujer, al contrario que Alonso, que consigue aliviar el sufrimiento de su mujer. 

Por tanto, dos son las incógnitas para la próxima temporada: esclarecer el lado oscuro del Ministerio  y el futuro de la pareja. Ambas derivan en otras. Respecto a la primera, la participación o no de Salvador, en qué sentido, si realmente utiliza el Ministerio para asuntos propios, por qué se oculta información... Mientras que para la segunda, veremos si ese futuro del pasado que ve Amelia se va a cumplir o lo cambiará radicalmente con las consecuencias que ello puede derivar. Ojalá podamos resolverlas o no pronto en la segunda temporada.

En conclusión, estamos ante una serie divertida, ligera y muy entretenida. A través de ella, aprendemos Historia española, porque ésta además de servir de base a las tramas, sirve para aportar detalles a la personalidad de los personajes (inolvidables todos los momentos en que Alonso se enfrenta a las cosas modernas). Todo ello, gracias a unos personajes tanto protagonistas como episodicos (si hasta Jordi Hurtado hizo un cameo!!!) que están bien construidos, que te encandilan y te conquistan. Quizás la mayor pega que le pondría a la serie es ese humor antiespañol, que si una vez hace gracia, hacerla tanto cansa. Raro es el episodio en el que alguno de los personajes no se sorprende de que las cosas salgan bien siendo españoles, o de que podamos ser mejores que otros. Pero, aún así, se lo perdono, por todo lo bueno que reporta.



lunes, 13 de abril de 2015

I'm L. I'm Gleek

Como decía en la anterior entrada, uno de los motivos fundamentales para volver era escribir sobre Glee. Como muchos ya sabéis, es la niña bonita de este espacio. Incluso durante algunas temporadas hice review de cada episodio. Por eso, decirle adiós sin escribir nada era como cortar con alguien por teléfono. Muy cobarde. Por lo que aquí estamos, después de unas semanas de su último capítulo despidiéndonos.

Haciendo una retrospectiva de la serie, podemos concluir que ha sido una serie muy identificativa con sus dos máximas: la música y los personajes extraños. Tuvo en una primera temporada muy buena, con una ironía excepcional; una segunda y tercera muy buenas también, aunque otro estilo muy diferente; una cuarta, regular tirando a mala que intentaba dar el paso siguiente de los protagonistas de ir a la universidad (algo que ninguna serie juvenil ha conseguido hacerlo bien, con excepción de Dawson Crece), pero sin dejar el instituto tampoco, una quinta que se vio muy afectada por la muerte de unos protagonistas y que se notó totalmente en el desarrollo de las tramas, y una última que ha dado una vuelta de tuerca intentando aproximarse al origen de la serie. Precisamente, eso ha hecho que nos olvidemos de lo anterior y nos quedemos con muy buen sabor de boca.

Esta sexta temporada precisamente empezó precisamente con la vuelta de los personajes originales a McKinley High, quizás algo forzado por toda la trama de Rachel principalmente, pero que aceptamos porque así es la serie. Nos podemos creer perfectamente que abandonase Brodway y que tras su fracaso de serie, volviese a casa a refugiarse. Volvió luchadora, egoísta, sufridora, como siempre ha sido ella. Junto a ella, su inseparable Kurt, cuya trama principal y única era su relación con Blaine (y la de éste también). Aunque era cierto que esta pareja daba síntomas de cansancio y había que revolucionarlo con algo, quizás podían haber utilizado algo mejor que el estrés de la boda para dar más vidilla. Además que la relación de Blaine y Karofsky era totalmente poco creíble al igual que Rachel y Sam. Al final acaban casándose junto a Santana y Brittany, un capítulo que fue genial en todos los sentidos.

Otra de las tramas de esta sexta temporada ha sido la vuelta también de Sue, que se había visto algo desdibujada en las anteriores temporadas. Aquí resurge la Sue más canalla, que intenta destruir a New Directions y a Will (aunque en el fondo, los quisiese y velase por su bien). Aunque ella también toma de su propia medicina con Becky que descubre toda la mentira en ese genial programa de investigación. Sin duda, una de las parejas televisivas de todos los tiempos ha sido precisamente ésta.

Y no podíamos olvidarnos de New Directions que tenía que ser otro de los pilares. Asistimos a la creación de un nuevo grupo porque el otro ha desaparecido, nada más se supo de ellos, a excepción de la genial Kitty que tenía que estar en esta última temporada. Se nos presentó a los nuevos en su medida justa, porque tampoco había mucho tiempo de cogerles cariño. Pero claro no podíamos tener a todo un grupo y eso se soluciona magistralmente con la unión de los Warblers. No obstante, me da pena no haber disfrutado algo más de ellos, incluso del alterado sobrino (¿qué tal un spin off?).

El punto final lo da ese salto al futuro en el que vemos cómo le está yendo a los personajes, que como es obvio a todos les va genial. Bueno, al menos de una gran parte, porque de otros ni mención, aunque si aparezcan en el final como Quinn o Santana y Brittany. Lo que es también significativo que justo en el penúltimo capítulo tampoco sepamos cómo se conocen. Ese capítulo me dejó un sabor agridulce, porque por un lado entiendo que se hiciese por melancolía para ver cómo se conocieron (curiosa también la forma de recordar a Finn hablando todos sobre él, pero sin sacarlo) pero por otro también me aburrió bastante.

Soy consciente de que Glee no siempre fue perfecta, que dio bandazos sin encontrar a veces su sitio, cometió errores, pero también aciertos y en definitiva, era muy entretenida que es en el fondo lo que interesa. Además de eso, fue más que una serie, ya que visualizó personajes distintos a los que generalmente estamos acostumbrados y trató temas como la homosexualidad, el acoso escolar, el síndrome de Down, la discapacidad... Todo con un mensaje bien claro: ser tú mismo, estar orgullo de ser como uno es y que si eres diferente, no es malo.

Y ya para finalizar, no podemos olvidar de la otra máxima: la música, ya que la serie sin ella no sería la misma. Disfrutamos de nuevas versiones de canciones totalmente conocidas, de otras desconocidas, de unas pocas originales y de los geniales mush-up. No dejaré de escuchar desde su buque insignia, Don't Stop Believin , hasta Defying Gravity, por ejemplo.

Por eso, sólo me queda decir: I'm gleek!!! Y bien orgullosa de serlo!!!

Me he golpeado la cabeza y he vuelto

Sí, efectivamente, así es, porque no hay otra explicación. Bueno, quizás físicamente no me haya golpeado la cabeza, pero algo parecido para que haya decido volver al blog o al menos intentarlo. Hace un año ya hubo un conato de recuperar el blog, pero fue eso un mero intento, porque en el fondo no me sentía con las ganas suficientes y también porque quisé hacerlo tal y como lo venía haciendo hasta ahora y mi vida me demostró que no podía. Ya no oposito, porque aprobé y por eso puede parecer que tengo más tiempo para ver series, pero en realidad es casi el mismo, lo que sí es que al cambiar totalmente mi vida, me sentía algo perdida. No sé si me entendéis. Necesitaba un descanso en muchas vertientes y una de ellas era el blog.

No obstante, estos días me entraron una gamas completas de compartir mi opinión sobre varias series, principalmente por Glee, Hart of Dixie y The 100 así que aquí estamos. Eso sí, con una visión totalmente diferente. Incluso me plantee empezar otro blog con otros aires, pero me daba tanta pena abandonar y cerrar esta etapa que he decidido que no. Además, todos me conocéis por esto así que romper con ello es más difícil. Por eso de momento sigo con este, aunque con otra apariencia y con otra forma de entender el blog. Ya no voy a hacer reviews, o al menos tal y como se entiende este concepto. Hablaré de series, de capítulos, de personajes... eso prácticamente no ha cambiado. Lo que sí es que lo haré desde la perspectiva de compartir mi opinión. Simplemente eso. Ni buscando seguidores, ni debates, ni esas historias que siempre nos planteamos con los blogs. Puramente la de escribir sobre series. Ese es mi objetivo. La consecuencia es que escribiré cuando y como quiera. Dará igual que esté cerca de la actualidad o no. Dará igual que sea de series más conocidas o no. Dará igual... 

Y no me enrollo más y en la siguiente entrada os dejo mi opinión sobre Glee.